miércoles, 29 de febrero de 2012

MÁS ALLÁ DE LA CRISIS...

...ESTÁN NUESTRAS ACCIONES.                            Por: Xochitl


Hay muchas cosas que no entiendo últimamente, por ejemplo, cómo hemos podido llegar a la situación en la que nos encontramos, no le podemos echar, en el caso de España, toda la culpa a la crisis. 
Por mucho que existan expertos en economía, que el nombre de las asignaturas en las universidades sean cada vez más sofisticados y la gente esté más cualificada que nunca no puedo dejar de pensar que la aplicación de la lógica básica sacaría un tremendo suspenso si se pusiese a examen.


Puedo comprender que una persona se endeude hasta el cuello, que haga uso de la tarjeta de crédito hasta que eche humo, que pida una hipoteca que probablemente no pueda pagar en el plazo de treinta o cuarenta años además de una serie de créditos personales para el coche o para un tratamiento de estética, pero es incomprensible la actuación de algunos ayuntamientos y demás organismos públicos.


Puedo interpretar que en el caso del individuo, simplemente no sabe lo que hace o que es inconsciente o que se ha dejado llevar en este caso por una sociedad que parecía seducir con un slogan que vendría a decir algo así como que "todo está al alcance de todos". La contribución se dio a todos los niveles: unos políticos que permitieron la formación de la burbuja ( a nadie parecía importarle lo más mínimo poner límites a los precios de la vivienda, por ejemplo), un sistema financiero que daba dinero hasta al perro del vecino y unos ciudadanos ingenuos que pedían y pedían sin creerse su suerte: éramos realmente afortunados al ser los beneficiarios de un maccropréstamo. Nadie parecía darse cuenta del grave peligro y de que ello supondría en unos años más el empobrecimiento general de los ciudadanos y claro está, del país.
Pero el caso de la Administración y de las Comunidades Autónomas es mucho más grave; da la impresión de que se ha utilizado el dinero sin control, como si se tratase de un individuo que juega con su dinero y que no tiene que dar cuantas a nadie cuando nos implica a todos. ¿Qué nos creíamos? Sinceramente cuesta entenderlo.


En este cuento de hadas que se convirtió en terror nos hemos olvidado de cosas tan básicas como lo imprescindible que resulta poner límites, y más si lo que está en juego es el endeudamiento de todos. 
Da la impresión de que hace unos años lo que se regalaba era el dinero.


Somos hijos de una educación pésima que no sabe aprender del pasado, que no sabe leer entre líneas y que se ha dejado llevar en muchos casos por el despilfarro (los aeropuertos fantasma son un buen ejemplo por sus altos costes y porque son el colmo de la mala inversión); ejemplos hay muchos más, parece que hemos padecido un mal colectivo, una ceguera transitoria y lo que sucede hoy simplemente es que estamos sufriendo las consecuencias de unos actos. Sí, esto tan obvio también parece que había sido olvidado: actos y consecuencias...


Vivimos en las sociedades occidentales consumistas con una poderosa idea de aprovechar el presente y pensar en el futuro (más bien a corto plazo aunque lo disfracemos) y el pasado no cuenta más allá de nuestra estrecha memoria que parece ocupar, para que nos hagamos una idea, lo que sería nuestra propia sombra en el suelo producida por un sol a eso de las dos de la tarde.
No nos han enseñado a mirar atrás con el propósito de buscar respuestas; nos perdemos en las barreras generacionales y la memoria del individuo parece ser realmente escasa. Cada vez es más raro encontrar a alguien que sepa la historia de su familia más allá de sus abuelos. Lo mismo ocurre con nuestras sociedades salvo en el caso del estudio de la historia como tal.


Supongo que todo esto tiene que ver con el cambio de valores y tal vez con la propia capacidad mental del ser humano. Quizá estemos tan saturados de información que no nos cabe más y por ello lo que se refiere a nuestra propia historia, nuestros antepasados y las sociedades en las que vivieron no parecen tener apenas cabida en nuestras vidas. 



"Tendemos a no mirar atrás, el pasado no está de moda pero tal vez muchas de las repuestas que buscamos hoy las podemos encontrar en esa maraña de recuerdos individuales y colectivos de la que somos herederos  díscolos".
 

sábado, 18 de febrero de 2012

SENCILLO, COMO LA O POR LO REDONDO.


Por: JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ S.
México.

        Años ha que se sentía triste, porque si bien no era el último lugar el que ocupaba, su posición no la consideraba envidiable, pues en el abecedario tiene el decimosexto lugar y, todavía peor, entre las vocales, el penúltimo. 


     La incomprensión que experimentaba por parte de los hombres la hizo rebelarse y solicitar un mejor lugar. Para fundamentar dicha solicitud, se puso a observar el uso cotidiano que se daba a sus compañeras y notó que, salvo contadas excepciones, tenían la misma utilidad; después se dedicó a mirar a su alrededor y encontró muchas cosas con formas similares a ella; se sintió importante, pues de los objetos estudiados, sólo en uno que otro apreció un pequeño parecido con algunas de sus compañeras; sin embargo, no conforme con esto, consultó en los libros del hombre y se dio cuenta de que a través de la historia, fueron siluetas iguales a la suya las que permitieron ese progreso del que tanto se jactan los humanos... ¡Que hubiese sido de estos sin la rueda para el transporte, sin la polea para aligerar la carga! y sin tantas otras cosas que no comprendía del todo; pero en las que, según miraba, intervenían objetos redondos, en grandes cantidades, dentro de complicadas maquinarias; supo que la partícula más pequeña hasta el momento conocida, el electrón, componente de toda la materia del universo, también tenía su contorno; se encontró hasta en los conceptos abstractos de las matemáticas, con el punto, que es adimensional.

      No podía estar más convencida de su superioridad, por lo que decidió ya no solicitar un mejor lugar, sino exigir el primer lugar; pero, al continuar analizando su problema, y tratando de entender el porqué de esta injusticia, se dio cuenta de que nunca ocuparía una mejor situación, puesto que el hombre, ni siquiera le había asignado el primer puesto al nombrar los objetos y útiles de perímetros circulares, e incluso, en algunos ni siquiera le asignó un lugar: cero, círculo, rueda, polea, anillo, aro, etcétera; era porque éste basa el éxito de su progreso en su inteligencia y, siendo el ser más arrogante del planeta, no permite que se socave su prestigio ante él mismo, aceptando la realidad de que sin ella, ¡malhaya de progreso que tendría!