sábado, 2 de junio de 2012

EL VACÍO DE LAS PALABRAS

¡Qué triste título! Sin embargo a ello me lleva la reflexión de hoy.

Llevamos ya demasiado tiempo -y el que nos queda-, escuchando, leyendo y tragando hasta empacharnos palabras del tipo transparencia, gestión, reformas, ayudas, valores, flexibilidad, desempleo, informes, auditorías, objetivos y podríamos no sólo seguir sino combinarlas para que su aspecto, como se utiliza hoy en el discurso político principalmente, sea aún más hueco. 

Estas palabras salen de bocas muy distintas pero una vez que flotan en el aire parece que se diluyen y simplemente se dispersan en ese espacio incierto en el que hemos convertido nuestro mundo y que da la sensación de que no se sabe hacia dónde va.

Al escuchante, y me pongo yo como ejemplo, se le queda una especie de eco sin fin anclado en la cabeza, en el que estas palabras revolotean sin poder salir. Ya no hay sentido en lo que se nos dice porque una tras otra no se corresponden con la realidad de los hechos. Las palabras han perdido su fuerza y están siendo utilizadas para divagar, para mentir y para salir al paso. Se han convertido a la vez en un reflejo y en una herramienta del propio sistema, un sistema que el escuchante, el ciudadano,  percibe a la deriva. 

<<Lo que digo ahora sirve tan sólo un instante que inmediatamente es reemplazado por lo que dice el otro. Pero no sólo es cuestión de forma. El contenido de lo que se nos está diciendo ha dejado de tener credibilidad. El sistema se ha roto ya no por la especulación sino por los hechos. Ya no son sólo palabras desvirtuadas sino hechos que no terminamos de asumir y de comprender.>> 

Estamos hartos de pulular en la sociedad de la información y la mentira. No nos podemos fiar de la "altas jerarquías" sociales, estatales, políticas -que son las que nos representan gracias a nuestro voto-, y al paso que vamos, tampoco de nuestra propia madre". Es lo que tiene cultivar desconfianza.
Así está España. Olé.