jueves, 18 de octubre de 2012

UN MUSEO DIFERENTE

Por: Xochitl





Algún día le contaré a Rodrigo, de cuatro años, que el primer museo que visitó fue el Museo de la Cultura del Vino, situado en los alrededores de un pueblecito riojano de nombre Briones.

Las vistas desde el aparcamiento son espectaculares así que aunque no se vaya a hacer la visita  al museo, vale la pena pasear por los alrededores, incluso hay un jardín con diferentes especies de viñedos, unas doscientas.




La entrada al recinto fue curiosa porque sentí que me encontraba en un hotel y no en un museo. Por 7.50 euros se puede hacer la visita, tanto guiada como libre y no se especifica en su página web si han incrementado los precios debido a la subida del IVA. La visita a la bodega se cobra a parte.


Para la visita guiada en temporada alta es necesario reservar. El resto del año me imagino que no habrá tanto problema, es más, me pregunto si resultará rentable mantener un museo de estas características, donde ha habido una gran inversión. 





El museo pertenece a la familia Vivanco o Dinastía Vivanco como ellos llaman a sus vinos pero desconozco si han tenido ayudas estatales o de otro tipo.




El museo se organiza en varias estancias que en conjunto logran una atmósfera que te envuelve y te acompaña durante toda la visita y que le da un toque especial, como de viaje en el tiempo.





La primera sala "Nacer, crecer, madurar..." nos transporta a los orígenes de la cultura del vino y al cultivo de la vid a lo largo de las cuatro estaciones del año por medio de magníficas  imágenes e audiovisuales así como una colección de aparatos y maquinaria que han servido para desarrollar esta actividad.





En la sala "Guardar las Esencias" nos muestran como se fabricaban artesanalmente los objetos imprescindibles de este mundo como son la barrica de madera, la botella de vidrio y el tapón de corcho, pero lo hacen de una forma entrañable. Nunca pensé que la construcción de este tipo de objetos resultase tan interesante y creo que eso de debe en parte a la atmósfera que se crea en torno a ellos y que permanece en toda la visita. Además podemos disfrutar de un rincón muy especial en el que se nos invita a participar de forma lúdica mojando papelitos en diversas esencias y así nuestra nariz pasa a ser protagonista del recorrido.




La elaboración del vino se muestra en "La bodega: el sueño" así como su comercialización y transporte. Para ello se recrean escenas cotidianas en las que se fusionan audiovisuales con maquetas y objetos de coleccionista. Además, en lo que se denomina Mirador de la Sala Octogonal donde reposan los vinos más selectos de la marca notamos el cambio de temperatura y el olor penetra en el cuerpo invadiendo los sentidos.







Una cuarta sala, "El vino: arte y símbolo", se dedica a obras de arte de muy diversa procedencia y clase. Pinturas, esculturas, mosaicos, tapices, columnas, hasta sarcófagos, algunos de ellos auténticas rarezas completan y elevan el valor del museo.





Para finalizar visitamos el espacio "Abrir, servir y beber" con una colección de objetos de servicio y recipientes de gran belleza que han sido elaborados para estos fines desde la Antigüedad hasta el siglo XX. 
Según mi opinión, la colección de más de 3.000 sacacorchos debería estar en una sala aparte. 




Algunos de ellos son auténticas rarezas pero otros son totalmente cotidianos con el único valor de ser parte de la colección. Simplemente se trata de otro nivel dentro de la muestra y por ello pienso que sería mejor exponerlo como una curiosidad y no como una sala de la visita al museo.

Con la entrada nos dieron una degustación de un crianza así que aprovechamos para tomarlo en la terraza acompañado de un pinchito. Por cierto que hay una zona infantil para que los niños jueguen entre vasijas. 




Más información en: +34 941 322 240
www.dinastiavivanco.com



No hay comentarios:

Publicar un comentario