Por: José
Luis Hernández S.
Silencio, ¡silencio!, que hay
una historia que contar, todos recordarán el viejo cuento del gato
de los pies de trapo... ¡Sí!, ese que terminaba diciendo, “quieres
que te lo cuente otra vez” y que daba el pie para repetir cual
disco rayado la misma bobera, hasta que, el hastío de los niños le
ponía fin al asunto... Pero, ustedes dirán que, ¿qué tiene que
ver este tonto relato infantil, con la historia por contar?... Pues
les haré notar que, si narramos los sucesos que vive cualquier
espécimen humano –salvo contadísimas excepciones, entre las que,
seguramente estarán ustedes- escucharemos como se la vive haciendo
una sarta de pendejadas que, generalmente lo conducirán a una crisis
y en un afán de salvar la situación, con toda rapidez, dará un
giro de 180 grados a su vida, sólo que, la inercia, se la girará
hasta los 360 grados, dejándolo en el mismo camino donde cometerá
un rosario similar de estupideces; únicamente que, aunque nos
fastidiemos de escuchar tan trilladas historias, no hay poder humano
que pueda ponerle fin y, tan sólo, es el Divino quién podrá
sacarlo de su vida de mentecato... Sin embargo, si tomamos en cuenta
que desde hace unos doce mil años, siglos mas, siglos menos, el
humano ha registrado sus necedades, qué podría contarles que no se
hubiese dicho antes... ¡Claro está!, hay una historia que contar,
pero como no los quiero aburrir con el cuento de nunca acabar de
algún zopenco, mejor aquí la dejamos.
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