sábado, 12 de noviembre de 2011

11 del 11 del 11




No me tocó la lotería. La verdad es que tampoco estuve muy pendiente del sorteo pero no puedo negar lo atractivo y sobre todo la efímera ilusión que supone poseer un billetito con estas características: once premios de un millón de euros y uno de once millones, casi nada, además de otros premios menores.
El sorteo se celebra en un momento de especial sensibilidad -por decirlo con cierta elegancia- en el que hay mucha gente pasándolo realmente mal, sin trabajo ni perspectivas de tenerlo y con riesgo de perder sus hogares. Momento en el que el “bienestar europeo” conseguido se tambalea y la política y las instituciones no están a la altura de las necesidades de la sociedad.
Pero es justo en este instante cuando una ilusión con forma de papelito insignificante viene a darnos, aunque sea tan sólo por unos segundos, casi lo que dura un caramelo en la boca de un niño, la posibilidad de soñar y pensar que tal vez, por qué no, lo podríamos tener todo solucionado.
Mientras tanto, en parte de Europa se realiza otro tipo de celebración, la conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial con amapolas en la solapa.

Xtl

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